• Mejora la resistencia a heladas. Aumento de la reserva y absorción de nutrientes del suelo hace que la planta tenga una adecuada nutrición retrasando la caída de hojas en el otoño y la brotación en primavera, además de favorecer la acumulación de reservas y energía para afrontar la helada.
• Mayor infiltración y retención del agua. Mejora de la eficiencia de riego y disminución del estrés hídrico de la vid en momentos clave como la brotación, formación de las bayas o la maduración afectando a la producción y calidad y longevidad del vino.
Mejora de la disponibilidad y absorción de nutrientes.
• Mejora de la absorción de hierro evitando así problemas en la vid como corrimiento, secado del raquis o maduración desigual, o en la vinificación como aumento de la acidez, descompensación aromática y cromática.